SER SÚBDITO.
Han salido las memorias del emérito.
Francamente, querida, me importan un bledo.
Nunca he comprendido la pleitesía por descendencia, por sangre azul, ni la mamporrería de la plebe hacia un mortal al que consideran inviolable y superior solo por ese hecho, dando por sentada su propia inferioridad ante esa supuesta eminencia.
—“Está mal, pero no podía dejar de aceptar cien millones de dólares en comisiones...”
Si tus vasallos supuestamente te otorgan ese poder solo exigiéndote ejemplaridad, y ni eso das, entonces...
¿Qué mereces?
No me entra en la cabeza que haya acólitos que aún le aplaudan después de leer semejante bazofia.
No necesitas corona ni monarca.
Para ser súbdito basta con obedecer sin pensar, con aplaudir lo que no se entiende,con repetir los panfletos que te dictan sin preguntarte por qué, o arrodillarte ante un mortal.
Ser súbdito es elegir la comodidad del rebaño antes que el vértigo de la pregunta.
Es confundir sentencia con justicia, noticia con verdad, pulsera con patria, respeto con sumisión.
Es aplaudir cuando te mean encima y te dicen que llueve.
Es catalogar en azul o rojo, en derecha o izquierda, sin escuchar ni razonar argumentos.
Hay quien se cree libre porque vota, pero vive como si cada paso necesitara permiso.
Hay quien se cree rebelde porque grita, pero solo repite el panfleto que le dan sin preguntarse qué significa.
Ser súbdito es no saber que lo eres.
Y defender con uñas y dientes la cadena que te hace sentir atado.
Yo prefiero el riesgo de pensar.
Aunque duela. Aunque incomode. Aunque me deje solo.
Porque ser súbdito es fácil.
Porque el rebaño es seguro, cálido; otros te guían, te llevan, te permiten.
Pero ser libre exige memoria, razón, preguntas, coraje…
y, por qué no, un poquito de asco.
#PensarIncomoda
#NoMeRepresenta
#MemoriasDelEmérito

Comentarios
Publicar un comentario