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Mostrando entradas de abril, 2025

ADICTO

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Hola.  Lo reconozco Me llamo Sergio, y soy adicto. Si.  Lo reconozco. Y me hace daño. Me duele el alma. Soy adicto a la melancolía, a la palabra dada , al compromiso, a la amistad, a la empatia, a la sinceridad, a la esperanza . Y lo dejo. Me hace daño. Basta . Se acabó. A partir de ahora, intentaré dar un uso moderado. Soy Sergio, y ya no me castigo por sentir. No renuncio a mi esencia, pero ya no me esclaviza. La melancolía será un susurro, no un peso. El compromiso, una elección, no una condena. La amistad, un puente, no una trinchera. Y la sinceridad, un faro, no un látigo. Ahora elijo lo que me nutre, no lo que me desangra. No todo merece mi fuego. Hoy uso mis dones con sabiduría. Hoy me protejo sin endurecerme. Hoy empiezo a vivir con suavidad. #Autoconocimiento #SanarDesdeDentro #AdictoALaEsperanza #SoltarTambiénEsAmar #VulnerabilidadValiente #CrecimientoPersonal #ReflexiónDelDía #CaminoInterior #SerYoMismo #ReconocerEsAvanzar

LA COLINA DEL LOMO DEL CABALLO.

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Lo reconozco. Me apasiona.  Su clima. Su verano. Sus colores. Sus olores. Su paisaje. Sus atardeceres. Su agua. Sus barrancos. Su luz. Su tranquilidad. Su agua . Su fauna.  Mi infancia.  Enganchado.  El Pallars Jussà.  Dinosaurios. Historia. Guerra Civil. Esos tres elementos, entre otros muchos, se conjugan para definir una bella sinfonía para los sentidos. Cada vez que subo, siempre que ando cerca, me quedo embelesado mirando su silueta. Camino por la Ermita de "Iras y no volveras", (Les Esplugues- Conques), como la denominaban muchos imberbes de  la Quinta del Biberón que sufrieron en sus carnes aquella primavera del 38 ; con su fachada como queso Gruyère, cosida a balazos, enclavada en el Frente durante muchos meses de guerra, testigo de sangrientas batallas cuerpo a cuerpo.  Todavía me encuentro restos de metralla, bombas, balas, ....y me traslado.  Me transporto. Como en el teseracto de Interestellar, cierro los ojos y me encuentro en medio d...

CRÓNICA DE UNA BOTELLA ABANDONADA.

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  Puedes ver el vaso medio lleno, o medio vacío. Y las dos apreciaciones seran ciertas. Pero la segunda opción te causará malestar, desasosiego. Tu eliges.   En su día, fui una pieza clave para algún caminante urbano. Esbelta. Altiva. Necesaria y útil. Orgullosa de mi existencia. Me llevaba en su mano mientras el sol apretaba ☀️  Y cuando tuvo sed, me destapó y bebió... solo la mitad. Pero las prisas, el estrés o el simple olvido hicieron que me dejara ahí, tirada, a medias. Como si la mitad que aún quedaba ya no importara. Me abandonó en un banco de madera, justo detrás de un contenedor amarillo ♻️  Y ahí me quedé: a la intemperie. Triste. Sola. Una multitud de gente pasaba frente a mí, sin verme. Jubilados mirando obras. Niños mirando el móvil. Amas de casa revisando el ticket del Mercadona. Nadie me prestaba atención. Yo, que antes fui imprescindible, ahora yacía postrada, inútil. El polvo y la mugre empezaron a cubrirme, como si quisieran borrar lo necesaria que ...

VIVIR EL MOMENTO.

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Mi perro no tenia reloj. Comia cuando tenía hambre. Siempre se ponía contento cuando sabía que salíamos a pasear . Igual que ayer.  Igual que después.  Igual que mañana.  Pero le daba lo mismo.  Siempre estába igual de feliz cuando sabía que salíamos. Saludaba a todo el mundo. Pasaba por los mismos lugares o los nuevos del mismo modo.  Con el ansia de descubrir algo nuevo cada vez.  Con la ilusión de siempre. Siempre era la misma ilusión. No era egoísta . No sufría con su pasado ni sentía ansiedad ante el futuro. Sólo era. Vivia siempre en el ahora.  En el momento. En su presente. Ladraba cuando yo salía por la puerta y saltaba de alegría cuando regresaba de nuevo a casa . Siempre igual.  Siempre lo mismo. Es lo que sentía en el momento. Enfado. Alegria. Y así lo manifiestaba. Vivía el momento. Expresaba la emoción.  Sin prejuzgar.  Sin sufrir con el recuerdo del pasado ni angustiarse ante el futuro. Vivía el momento. Siempre el momento....

EL LADO OSCURO DEL VESTUARIO.

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Como cada tarde me acerco al gim, para mi sesión diaria. Desconecto y  quemó calorías. Es mi momento. Cuerpo y mente.  Me acerco al vestuario. Poco a poco mientras entro en el recinto escudriño el horizonte de pasillos. Intento encontrar un hueco libre que me permita cierta movilidad e intimidad. Las taquillas están apiñadas unos 50 cms unas de otras, en columnas de dos y separadas por pasillos de escasos 100 cms. A sus pies una banqueta en línea para poder sentarte o apoyarte.  En el mismo momento, si alguien la usa a tu lado no puedes abrir la puerta más de 90 grados.  Cuando quedas embutido entre otros cuerpos, no me gusta la sensacion claustrófobica hombro con hombro.  Intento evitarlo.  Necesito mi espacio.  Sentir aire fresco. Que el batir de mi toalla no toque piel ajena.  Obviamente si no hay más remedio pues asumo, me aborrego y me jodo.  Pero, insisto, mientras paseo por la entrada,  fijo el objetivo en el espacio teóricamente...