VIVIR EL MOMENTO.


Mi perro no tenia reloj.

Comia cuando tenía hambre.

Siempre se ponía contento cuando sabía que salíamos a pasear .

Igual que ayer. 

Igual que después. 

Igual que mañana. 

Pero le daba lo mismo. 

Siempre estába igual de feliz cuando sabía que salíamos.


Saludaba a todo el mundo.

Pasaba por los mismos lugares o los nuevos del mismo modo. 

Con el ansia de descubrir algo nuevo cada vez. 

Con la ilusión de siempre.


Siempre era la misma ilusión.

No era egoísta .

No sufría con su pasado ni sentía ansiedad ante el futuro.


Sólo era.

Vivia siempre en el ahora. 


En el momento. En su presente.


Ladraba cuando yo salía por la puerta y saltaba de alegría cuando regresaba de nuevo a casa .

Siempre igual. 

Siempre lo mismo.


Es lo que sentía en el momento.

Enfado. Alegria.

Y así lo manifiestaba.


Vivía el momento.

Expresaba la emoción. 

Sin prejuzgar. 

Sin sufrir con el recuerdo del pasado ni angustiarse ante el futuro.


Vivía el momento.

Siempre el momento.

El resto no existía 

No era. 

Era solo una ilusión.


Una ilusión que angustia y que duele a menudo .


Y los seres humanos nos llamamos civilizados, inteligentes, pero insistimos en flagelarnos con este dolor.


Aferrados al reloj. Al tiempo. Al ansia de llegar a algún sitio, sin disfrutar del camino. 


A la espera del poseer algo para llenar un vacío que no se llena con nada material.


Durante aquellos ratos, lo miraba y me miraba.

¿ Que pensaria ? Pensaba .


A veces lo hacia sobre mi regazo, y suspiraba .

Quizás no pensaba en nada. Quizás solo disfrutaba del momento. 


Percibía la sensación de paz, la experimentaba y la disfrutaba.


Para que pensar. Sólo ser .

Sólo disfrutar.


Por eso quiero ser perro.

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