SER SÚBDITO.
Han salido las memorias del emérito. Francamente, querida, me importan un bledo. Nunca he comprendido la pleitesía por descendencia, por sangre azul, ni la mamporrería de la plebe hacia un mortal al que consideran inviolable y superior solo por ese hecho, dando por sentada su propia inferioridad ante esa supuesta eminencia. —“Está mal, pero no podía dejar de aceptar cien millones de dólares en comisiones...” Si tus vasallos supuestamente te otorgan ese poder solo exigiéndote ejemplaridad, y ni eso das, entonces... ¿Qué mereces? No me entra en la cabeza que haya acólitos que aún le aplaudan después de leer semejante bazofia. No necesitas corona ni monarca. Para ser súbdito basta con obedecer sin pensar, con aplaudir lo que no se entiende, con repetir los panfletos que te dictan sin preguntarte por qué, o arrodillarte ante un mortal. Ser súbdito es elegir la comodidad del rebaño antes que el vértigo de la pregunta. Es confundir sentencia con justicia, noticia con v...