VOCACIÓN.


Llega de repente. Sin avisar.

Un día juegas a canicas y al otro te llaman a filas.

Y de repente, luego te encuentras que debes decidir tu futuro.

¿Que hacer? ¿ A que me voy a dedicar? 

Ansiedad. Incertidumbre. Dudas.


Por eso creo que es importante la vocación.

Quien la tenga que la aproveche. 

Importantisimo.

El camino y el sacrificio inherente de cada conocimiento se verá recompensado por el ansia de conocer en profundidad algo que te apasiona.


Pero si no lo tienes, malo.


Todos tenemos algo que nos diferencia del resto. 

Que nos gusta. Que nos apasiona. 

Con lo que disfrutamos 

Con lo que destacamos. 


Pero el reloj no funciona igual para todos. 

Cada uno necesita su tiempo para descubrirlo.

Y a veces necesitas alguien que lo valide te anime y te empuje. 


Además la agenda está escrita.

Y la fecha en la cual debes hacerlo esta marcada en rojo. 

Debes decidir. Ya. Venga. Ahora. 

Y ahi está el problema.


Siempre me ha gustado la naturaleza. Escribir también. Y dibujar.


De crío en el cole hacía caricaturas a los profes.

Me ponía en la última fila y entre las hojas del libro de la asignatura que tocase, dibujaba una hoja en blanco con la caricatura del profe de turno.

Cabeza grande, facciones exageradas sosteniendo el libro que toque y con algún tic característico del personaje en cuestión. 

No lo hacía mal por lo visto, y llamaba la atención de mis compañeros de clase, que siempre se arremolinaban para ver el resultado. 

Entre risas y comentarios un día la profesora de Sociales me pillo con su caricatura. 

Llegó a oídos del Dire que convocó a mis padres a una reunión.

Me lleve una buena bronca en casa.


Lo fuerte es, que a la semana siguiente me llamó de nuevo el Dire a su despacho.


Estaba acojonado. 

Era época con fotos del caudillo crucifijo en las paredes y caras al sol en los labios. 

Como ahora, pero más.


Entré y me sentí más pequeño de lo que era frente al sillón de escay y la pose trajeada y rígida de aquel joven falangista engominado. 

Detrás de él, una gran foto del caudillo.


Ambos me miraban amenazantes.


Después de un breve silencio, que me pareció eterno, y tras unas miradas a la caricatura famosa que estaba sobre su escritorio y a mi, se decidió y me dijo:

-Te parecerá bien, López.

Muy bonito.

Yo sudaba, miraba al suelo no sabia que decir.

- Pues que sepas... 

Siguió.

- Que tienes faena.

-Quiero que me hagas una de todos los profes del curso para mi, y ponerlas en mi despacho de recuerdo.


Será cabrón! 

Quería una galería. Y gratis. 

El mal rato que me hizo pasar.


Lo dije en casa, pero la bronca ya estaba dada.


Yo si hubiera tenido un hijo así, lo hubiera apuntado a clases de dibujo, de cabeza.


Pero mi padre no era yo. 

No lo era. 


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