UNA MIRADA SALVAJE.


Estábamos pasando el finde con unos amigos en una casa de turismo rural. 

Me levanté temprano. 

Hice café y salí a dar una vuelta por los alrededores. 

La casa tenía un patio exterior, y a su lado bajaba un camino.


Mientras paseaba, contemplaba el paisaje. 

El fresco de la mañana disipaba la niebla matutina que aún se aferraba a los árboles del fondo.


Volvía. 

Subía de nuevo por la cuesta y, en el patio exterior que quedaba sobre mí, a la derecha, me pareció ver un par de orejas conocidas. 

—¿Será Rex? —pensé. 

Creía haberlo dejado dentro de la casa.

A la izquierda, un sendero se perdía arriba hacia el bosque. 

Vi algo que subía rápidamente hacia la espesura. 

No era Rex. Lo vi apoyado tras la cristalera de la entrada.


Me acerqué al sendero. Y allí, sentado, mirándome desde lo alto, estaba él. 

Un viejo zorro, probablemente hambriento.


Me aproximé con calma, hasta tenerlo en línea. 

Me agaché, con el móvil preparado. 

Quería inmortalizar el momento. 

No se movió. Me observaba. Nos miramos un instante.


De repente se alzó. 

Pensé que desaparecería entre los árboles. Pero no.


Sigilosamente, con pasos lentos y medidos, empezó a bajar el camino. 

Yo, con una rodilla en el suelo, lo seguía con la mirada, móvil en mano. 


Le tendí la mano como ofreciéndole algo. 

Cayó en el engaño. 

Lo tuve a escasamente un metro. Me olfateó la mano. 


Agachó la cabeza para dirigir el hocico al suelo, pero sin dejar de mirarme. 

El hambre tiraba fuerte, pero su desconfianza mas.


Estuvimos así unos minutos. 

Incluso podía haber intentado acariciarlo. 

Pero me conformaba disfrutando de esa mirada salvaje.


Se cansó. 

Dio media vuelta. Y desapareció. Como vino. Silencioso.


Pero esa sensación... y esa mirada... no la he olvidado nunca.


A veces la vida te regala encuentros que no planeas. Momentos salvajes que no se pueden domesticar. 


Instantes en los que el mundo se para… una conexión especial y el universo te regala una mirada. 

Solo una, pero potente, inmensa, única. 

Para insinuarte que todos somos parte de algo más grande.


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