MERCADONING.
Entre pocas, una de las suertes que tenemos los “pixapins” de vivir la masificación de las grandes ciudades, es poder quemar adrenalina de las más diversas de las maneras.
La práctica de deportes de riesgo o experiencias extremas de ocio implican para quien las practica : inyecciones extra de adrenalina, superación de objetivos difíciles o extremos, liberación de endorfinas, asumir nuevas experiencias, integrarse en la naturaleza más salvaje, liberar tensiones, acercarse al sensación de supervivencia, haces ejercicio, quemas calorías, etc… la lista es interminable.
Rafting? Escalada ? Descenso de barrancos? Paracaidismo ? Puenting ? …
No hombre, no…
Sueles practicarlo en pareja.
Ese día, ya te levantas con mariposillas en el estómago: Como ira hoy? Que me voy a encontrar?
Cargas el vehículo con el carro de la compra ,cincuenta bolsas de rafia tamaño superhipermegagrande, y alguna que otra para congelados.
Te diriges al parking, y empieza la aventura.
1.APARCAR.
Tu primera misión es encontrar hueco lo más cerca de la puerta de entrada.
Por lo visto no eres el único que piensa así. Se forman unos cuellos de botella dignos de la hora punta en las Rondas, durante el puente de la purísima y constitución. Miradas desafiantes, cláxones desatados, neumáticos chirriantes por el pulido asfalto de cemento… al final y como siempre, lo dejas donde puedes.
2. EL CARRO INFERNAL.
Después de aparcar, te diriges a coger un carrito. Mierda, donde coño tengo ahora suelto ¿?
Buscas, rebuscas y parece que al fondo del bolsillo derecho de tu tejano entre el cleenex y las llaves de la moto, tu índice nervioso, parece intuir lo que debe ser una moneda de 1€.
Localizas la fila de carritos, introduces la moneda y extraes el que te ha tocado.
Restos de embalajes de cartón y como no alguna bolsa de plástico bailan en su interior .Nunca he podido entender porque tienen más mierda que el palo de un gallinero, cuando se supone que tan solo transportan envases impolutos.
Empiezas a conducirlo y notas tensión en tu bíceps femoral, y en tu braquioradial, Funciona. Estas trabajando duro. Y eso solo ha empezado.
Cuesta mantener la dirección recta. Notas un cierto vicio que te hace forzar un lado. El brazo derecho va suelto. Dicen que está hecho expresamente para que puedas coger más productos impulsivamente con la mano derecha. Inconscientemente levanto la mano y dedico una somera peineta al eminente ingeniero diseñador de estos carritos.
Una mano dirige, la otra sostiene una lista interminable de productos que deberás tachar en una excitante ginkana.
Empiezas tu recorrido de la manera que consideras más lógica: en forma de eses por los pasillos empezando de atrás hacia adelante. Tu misión es llenar el carro y llegar a la línea de meta o de caja.
3.LA GINKANA SALVAJE
Buscas el pasillo donde comenzar el recorrido. Delante de ti, circula otro con otro ritmo.
Intentas rebasarlo por la derecha, Incomprensiblemente de un giro inesperado, te cierra la trayectoria. Mientras, sigues a su rebufo buscando una nueva posibilidad.
Ves un hueco, y lo intentas por la izquierda. Sin saber porque, da otro inesperado giro y se planta delante de ti.
Impidiéndote el paso.
Por lo visto, estos bípedos especiales han evolucionado de una forma específica y han desarrollado un gen que controla un tipo de radar que debe estar situado entre el coxis y su cerebelo, y que les permite intuir por donde van a ser rebasados, y a modo de instinto de supervivencia te impiden que puedas superarlos por el afán de ser los primeros en dar con la presa.
De otro modo, no sé cómo coño aciertan tu trayectoria… A no ser que su ojo del culo tenga la capacidad, entre otras de la visión. Es increíble. No sé cómo lo hacen…
Y lo curioso es que siempre te encuentras con dos o tres de estos especímenes.
Notas ciertos hilillos de adrenalina buscar sitio entre tu torrente sanguíneo, tu corazón bombea y tus sienes intentan distribuir esa sobrepresión.
El toma y daca es intenso, pero al final ganas, quizás con algo de juego sucio: metiendo cuerpo y soltando algún codo, pero tomas posición, rebasas y consigues tu sitio-
Pero, iluso de ti ahí no acaba todo. Tan solo acaba de empezar. Vas llenando, poco a poco y tachando de la lista los artículos que aparecen en tu camino. De paso haces extensiones de brazos, trabajas bíceps, haces sentadillas, abdominales… Tres series de cuatro repeticiones. Cada vez mas peso. La cosa va bien…
Cuando creías que el pasillo aparecía libre, delante de ti, ves un corrillo de dos o tres ancianas con sus carritos enfrentados en medio del pasillo. El típico grupo de Marias que hace tiempo que no se ven, vecinas del barrio que empiezan a preguntar por hijos, sobrinas y pretenden arreglar los problemas de la comunidad.Miradas sobre hombro, brazos en jarras
Ah Si ¿??? Pues no sé ¿¿¿ Que me dices ¿?? Oioioiiiiii---
Mientras tú como gilipollas pétreo las observas esperando que la solución llegue pronto.
Al rato, sin saber exactamente el por qué y cómo mediación milagrosa y divina sin explicación razonable, se dispersa el corrillo…se abre espacio y traspasas la zona con cierto éxito.
De pronto, enfrente tuyo topas con una desgarbada figura masculina. Quieto impertérrito. Con la mirada fija en las estanterías, Moviendo pausadamente su cuello y sin pestañear. Su carro a medio llenar, como no a medio pasillo interfiriendo tu trayectoria lógica- Lo que está haciendo este espécimen, como lo hacia Schwazenegger en Terminator, es otear en milésimas de segundo todos los precios de los productos similares ubicados en las estanterías, y todas las ofertas disponibles con su ojo biónico para poder decidirse por la mejor opción.
Es mejor no molestarlos. Por ello intento esquivarlo y disimuladamente lo adelanto con sigilo.
El carro va llenándose. El ejercicio se intensifica-
Te cruzas con la histérica que coge un paquete, lo deja se gira, coge otro, no ese no aquel es mejor. No; lo deja donde le sale de las narices, se le cae, con la otra mano va moviendo el carro interfiriendo tu recorrido. Todo ello acompasadamente a ritmo del mejor Chiquito de la Calzada. Otra especie rara de la fauna viviente de ese especial ecosistema.
Superas la amenaza. Mientras el nivel de embalajes de plástico va llenando el carro, haciéndolo más pesado y viciado de dirección; lo que produce más trabajo físico y más anticipación de reacciones.
Vas siguiendo el recorrido y superando obstáculos, fauna y metros. Poco a poco vas avanzando entre enanos desbocados, adolescentes más pendientes de la pantalla de su móvil que de la dirección de su carrito en contra dirección que debes quebrar de inmediato si no quieres producir un siniestro.
A medio recorrido ves un pasillo libre. Feliz, te dispones a recuperar el tiempo perdido.
Ya queda menos. No puedes creer que puedas deslumbrar las esquinas y el pasillo libre, Feliz vas localizando y tachando de la lista los artículos que te faltan. De repente por la esquina el operario con el transpalet lleno de mercancía te tapona la salida y se dispone a recoger embalajes vacíos y reponer mercancía. No hay hueco. Debes esperar.
Te estresas. Llegan individuos tras de ti. El pasillo se colapsa. Ya estamos.
Driblas el transpalet y bordeas la esquina. Trazas el ápice con la finura de Pedrosa y le haces un exterior digno del mejor Lorenzo al empanao embobado que se interpone en tu trayectoria, sin saber por qué lata de atún decidirse…
Has conseguido llegar al otro pasillo. Mientras tu pareja descarga más bultos en el carro. Tú dejas los tuyos. Ordenas y distribuyes lo que puedes.
Llegas a la zona de refrescos y leches.
Extraes la bandeja inferior trasera del carro y colocas los pesados envases de refrescos y leche.
Parece mentira el trabajo del ingeniero diseñador del carro viciado que pueda transportar, no sin esfuerzo la tonelada y media que calculo deberé estar moviendo en ese preciso momento. Impresionante.
Mi mujer se traslada a velocidades de vértigo, van cayéndome paquetes de todos lados y trayectorias.
Quien dijo que era imposible viajar a la velocidad de la luz ?
Diosss que estresss !!!
Paquete de arroz, por aquí ,descafeinado por allá, pastillas para el lavavajillas, por los extremos lejía,, plas plas plas… un no parar.
Un sinvivir-
Necesito un minuto de paro para descansar e hidratarme. El esfuerzo lo pide, a medio camino del objetivo.
Chorros de adrenalina taquicardia, sudor, esfuerzo… ¿ quién dijo miedo ? .
Intento empujar el carro.
Digo intento.
Cuesta arrancar. El volumen de paquetes ya llega justo a nivel de mis fosas nasales dándome una perspectiva algo justa, pero todavía correcta.
Un esfuerzo y consigo arrancar. Pero el ímpetu hace que me deje el tobillo en el envase de cervezas sin alcohol que descansa en el nivel inferior de la bandeja extraíble que sobresale del puñetero carro de mierda.
El dolor es insoportable, pero aun así sigo, esforzándome por avanzar y mantener la dirección viciada a la izquierda forzando gemelos y espalda y tríceps…
Me topo con una parejita de recién casados o novios, en medio del pasillo haciendo la compra juntos, cogiendo ambos el envase y repasándose la lista de ingredientes de cada jodido producto que eligen, comentando cada colorante y cada E-, como no, con su carrito a meda carga y sin frenos hacia mi…
También los sobrepaso con éxito.
4. LA META.
Se trata del último pasillo.
Deslumbro, emocionado y con lágrimas en los ojos la línea de meta: la línea de cajas con colas aun discretas. Estamos llegando.
De nuevo lo estamos consiguiendo.
Parecemos Los Hombres de Harrelson: Luca al tejado, Stret en la esquina….
En ese tramo siguen cayendo bultos sobre el carro… la lista está llena de tachones y cruces… pocos nombres por tachar.
Objetivo casi conseguido. Haciendo equilibrios para impedir que los bultos a modo de tetris casteller con folre i manilles, caigan al vacio; casi a trompicones, sigo avanzando.
Ya puedes ponerte en la cola.
Es la frase. Una lágrima recorre mi mejilla. La satisfacción echa agua.
Pero no. Es un espejismo.
Me he dejado la salsa pesto. Grita enloquecida.
Ostias.Mierda. Caguen to lo que se menea.. Debemos retroceder.
De nuevo el terminator, las histéricas, las vecinas… el transpalet reponedor o el segurata de prosegur que me mira raro.
Jodeeerrr….
Ala vuelve a retroceder lo avanzado.
Como el juego de la oca : de vuelta a la cárcel.
Localizamos la jodida salsa en uno de los pasillos iniciales y avanzamos raudos hasta la meta.
Mientras intento insertar con calzador embutiendo la salsa entre el pan de pagés y el paquete de descafeinado… Me salta a presión, lo recupero con la derecha y lo encesto en un hueco minúsculo entre la mermelada y el virgen extra- ahí se queda---
Pasillo con overbooking, parece una calle de la Bangladesh en hora punta: izquierda derecha, carritos que colapsan el pasillo, gente que se mueve desbocada sin ritmo ni orden ni control, operarios que reponen, golpe, torcedura, el envase de cervezas en el tobillo… mientras por megafonía llaman a Jose a caja y relatan la oferta de pescadería.
Para cuando semáforos en los pasillos u órdenes de preferencia ¿??…
Diosss que agonía.
De nuevo lo conseguimos. Queda poco.
Zigzagueo, a la boba que da un pasito palante y dos patras arrastrándome tras su descocada danza, como la Maria del Ricky Martin.
Quiebro al tipo que empuja al carro buscando a su mujer, perdida entre las ofertas del mes y el tres por dos de la perfumería.
Avanzo a jubilados que pasean relajados con un carro vacío dando pasitos tranquilos sin prisas, disfrutando del aire acondicionado y las vistas de ofertas increíbles
¿No tendrán más días y otras horas libres para comprar?
Y al fin llegamos. Estamos en la cola de nuevo.
El de delante de ti siempre siempre te parece mas grande que el tuyo. Y la cinta no para de trasladar bultos… y el carro despacito va vaciándose… biip biiipp la caja no para de sonar y la cajera no para de oscilar una mano teclea la otra traspasa bultos… pim pam teclea y pasa bultos una y otra vez.
El corazón se te sale del pecho, no te lo crees pero te toca turno… la marca de siguiente turno te señala… la cinta ya tiene más huecos que paquetes…
De repente, un índice nervioso pulsa interrumpidamente en tu hombro.
Te giras: Perdone es que solo llevo una lata de berberechos, Me deja pasar…
Y una mierrrrrda le dejo pasar. Póngase detrás mío relájese y espere como he hecho yo joder…
Llenas la cinta vuelves a llenarla, descargas el carro vuelves a cargarlo y la lista tachada se convierte en un ticket kilométrico.
Pasa la maltrecha Visa y paramos en una esquina antes de dirigirnos al parquing.
Toca repasar el ticket a ver si nos han mantenido la oferta o el precio-
Todavía después de los años que llevo practicando, me deja obnubilado la impresionante habilidad que tiene mi mujer que en milésimas de segundo es capaz de repasar los cien mil números de los cientos de artículos y multiplicar y sumar localizando el posible error o dando por correcta la suma.
Como aquellos matemáticos que salían en el un dos tres capaces de sumar números de veinte cifras en apenas segundos.
Moviéndose espasmódicamente con la mirada fija y apuntando con el boli siguiendo la trazada de la lista de números y cifras, gritaban:
VFRDSCXHYTSDD: treinta y dos, JHDFHUHFUYVHGFH cuarenta y cinco… más LÑKJCDOPRWPOFJJF ciento veinte mas JBVUIIURUUFD doscientos veintitrés---
Impresionante.
La experiencia va terminando.
Renqueante y dolorido voy acercando el enorme peso hacia el coche. Una vez localizado sacamos el carrito y las enormes bolsas de rafia.
Ahora se trata de ir sacando bultos y distribuirlos.
Lo más pesado en el carro: cocas, cervezas, lejía, aceites, leche,,,, el pan galletas y patatas fritas en otra bolsa que no se chafe. En otra el congelado y en la otra la fruta y verduras….
Una vez todo en orden solo queda devolver el carrito cojo, recuperar el euro y cargar el coche…
5.EL FIN.
Viaje a casa. Descargar Subir organizar y aparcar.
Excitante.
Lo malo es que los efectos duran dos o tres semanas.
Después: a repetir.
Rafting? Escalada ? Descenso de barrancos? Paracaidismo ? Puenting ? …
No hombre, no…
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